domingo, 19 de febrero de 2012

San Patricio y el muerto viviente

En su Topographia hibernica (cap. XXVIII), Giraldus Cambrensis a finales del siglo XII afeaba a Irlanda no haber dado un sólo mártir de la fe de Cristo.
Los propios irlandeses habían reparado en ello; seguramente por eso la Homilía de Cambray, del siglo VII u VIII (una de las muestras más antiguas de la prosa irlandesa), concede igual mérito al martirio que denomina rojo (el martirio propiamente dicho), al martirio "blanco" (renuncia por Dios a todas las cosas queridas) y al martirio "verde" (prácticas ascéticas y mortificación de la carne).
La acusación de Giraldus Cambrensis fue muy repetida a partir de entonces por autores de fuera de Irlanda y refutada una y otra vez por irlandeses, como Philip O'Sullivan Beare en su Historiae catholicae Hiberniae compendium (I, IX) publicado en Lisboa en 1621.
Uno de los mártires que cita O'Sullivan para confusión de maldicientes es San Odrán de Dísert Odráin.
Éste fue uno de los varios (por lo menos seis) santos de nombre Odrán que dio Irlanda. Odrán era un nombre bastante común, que significa "nutria" (es la palabra celta correspondiente al latín lutra y al inglés otter y deriva de la voz indoeuropea "agua" que resultó en el inglés water y en el griego hydor).
San Odrán era de Dísert Odráin en los Uí Failgi -que ha dado hoy inglés Offaly-, un reino de la Irlanda central venido a menos ya en aquellos tiempos que correspondía, más o menos, a los condados actuales de Offaly, Laois y Kildare. 


Paisaje de Kildare, donde estuvo el reino de los Uí Failgi.
Odrán fue uno de los primeros santos de Irlanda, ya que estaba al servicio de San Patricio: era su carretero (ara, en irlandés, de *are-sed-, "el que se sienta al lado").
San Patricio usaba para sus viajes el carro de dos ruedas tirado por bueyes. 
El carro de dos ruedas (carbad, el mismo nombre que entre los galos, carpentum, de donde nuestro carpintero, que eran los que los construían) era el más usual para transporte de personas, mientras las mercancías viajaban en vehículos más pesados, de cuatro ruedas, frecuentemente macizas (carr). 
En cambio el carbad llevaba ruedas con radios, uno, dos o hasta cuatro caballos, y dos asientos cubiertos con un dosel llamado puball, que es como pabellón.
Carros de caballos. Cruz de Clonmacnoise, siglo X.
Los caballos iban uncidos con yugo, ya que los antiguos irlandeses no conocían colleras ni otros sistemas de enganche.
En tiempos de Odrán reinaban en aquellas tierras dos monarcas epónimos: Failge Berraide y Failge Rois. Eran descendientes de Cathaír Mór, uno de los grandes reyes legendarios de Irlanda.
Failge Rois era un buen hombre y había abrazado la fe de Patricio, pero el otro no sólo se aferraba al paganismo, sino que odiaba a San Patricio y había jurado matarlo por la destrucción del Crom Cruach, un importante ídolo que el santo había derribado.
Al tener San Patricio que atravesar las tierras de Failge Berraide, su conductor, que algún peligro barruntaba, le propuso:
-Llevo todo el día conduciendo y necesito un descanso. Vamos a cambiar de sitio y coge tú las riendas un rato.
San Patricio aceptó. 
Odrán no se equivocaba: Failge estaba emboscado y de un lanzazo atravesó al pasajero, confundiéndolo con el santo.
-¡Que sea maldito por siempre...! -exclamó San Patricio.
-¡...El árbol aquél! -le interrumpió San Odrán, moribundo, señalando a uno que veía. Pues era tan bueno que no toleraba que ninguna persona fuese maldita por causa de su muerte.
Pero a pesar de todo, Failge Berraide quedó muerto al instante y su alma fue arrebatada al infierno.
Hasta aquí lo que cuenta la Vida tripartita de San Patricio, obra del siglo IX. La Vida de San Patricio del Libro de Lismore (que, aunque copiado en el siglo XV, contiene material muy antiguo) añade lo siguiente:
Mucho tiempo después, San Patricio pasó por la corte de Failge, y a la puerta de su morada llamó a un esclavo que andaba por ahí:


-¡Eh, chico!: ¿Está Failge Berraide?
-Está, sí, señor.
-Pues, anda: haz el favor de llamármelo y que salga.
-Voy.
El siervo salió de la casa al poco tiempo, aterrorizado:
-¿No está Failge?
-¡Están los huesos mondos -dijo espeluznado el mozo- sin carne ni sangre ni pellejo que los cubra, más que solamente el esqueleto limpio!
-No tiene nada de raro. Cuando le pegó el lanzazo a Odrán, murió y su alma salió disparada al Infierno. Pero un demonio se adueñó de su cuerpo y lo animó para poder seguir haciendo el mal mediante él. Ahora que he llegado yo, el demonio ha salido huyendo y su cadáver se ha quedado como tenía que estar si no hubiera sido por las artes de Satanás. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario