lunes, 6 de febrero de 2012

Lucía y Mel

Andreas ard a ordan,
Epscop Mel mínd rígi.
Lucia co n-áni
Nád-cumscaigset míli.

Lucía resplandeciente,
miles no la movieron.

El santoral de Óengus celebra hoy a Santa Lucía (y no el 13 de Diciembre como es común actualmente), tal como el Martirologio Jeronimiano, el santoral más antiguo de la Edad Media. No es casual que venga su fiesta justo después de la de Santa Águeda. Las dos eran sicilianas (una de Catania y otra de Siracusa), las dos tienen que ver con el fuego y con la luz y sus destinos están unidos.
En efecto, una aparición de Santa Águeda fue la que desencadenó los acontecimientos que acabaron en el martirio de Lucía. Una nota del Santoral de Óengus los resume en latín. Esta leyenda piadosa fue muy repetida en la Edad Media; la cuentan Aldhelmo en el siglo VII, Aelfric (en inglés antiguo) en el X, Sigeberto de Gembloux en el XI... Ésta es la historia:
Lucía y su madre acuden en peregrinación a Santa Águeda para ver si la señora -Eutiquia- se cura de una hemorragia que ya venía sufriendo desde hacía años. En lo que tienen éxito. Pero a Lucía se le aparece en sueños Santa Águeda "entre ángeles, magníficamente ataviada" (dice Aelfric) y la joven decide que, despreciando el mundo, repartan sus riquezas entre los pobres. Dicho y hecho.
Pascasio, prometido de Lucía, presencia durante tres años cómo se esfuma entre todos los desharrapados del lugar su futuro patrimonio, pero lo que colma su paciencia es la decisión de Lucía de mantenerse virgen, consagrada a Dios. Entonces la denuncia y se la condena al burdel.



Aquí viene el episodio aludido en la estrofa de arriba: Lucía se quedó pegada al suelo, inamovible, y ni cientos, ni miles de personas ayudadas de bueyes pudieron arrastrarla valiéndose de sogas, de modo que hubo que martirizarla in situ rociándola de pez y abrasándola (¡el fuego y la luz!), y finalmente cortándole la cabeza.
En la ilustración, Martirio de Santa Lucía por el Maestro del Descendimiento de Figdor, se ve en último plano el burdel y a la santa arrastrada por los bueyes (ampliar).

Me apetece ahora fijarme en la primera parte de la estrofa del Santoral de Óengus, que dice en castellano:

Andrés, alto su rango,
El obispo Mel, corona del Reino.

Este obispo Mel -latinización de Maol- era sobrino de San Patricio. Según la tradición (aunque es bastante variable según autores) San Patricio tuvo dos hermanos, Sannan y Ructus, y cinco hermanas: Tigridia, Lupita, Liemania, Cimneno (también llamada Richela) y Darerca. Tigridia y Darerca tuvieron diecisiete hijos varones cada una: obispos los treinta y cuatro. Tigridia tuvo cinco hijas y Darerca sólo dos: fueron monjas las siete.
Darerca, que fue santa también, estuvo casada dos veces, primero con un britano, Conis, y en segundas nupcias con un lombardo, Restituto. Mel nació de su primer matrimonio.
Maol significa en irlandés "rapado" -hoy "calvo"- y también "jovencito", "criado", "devoto a alguien". Algo parecido a lo que sucede en castellano con mocho, mozo y muchacho: esta asociación semántica se remonta probablemente a la antigua costumbre de rapar a los niños y a los criados (al menos eso supone Corominas).
Mel fue un valioso colaborador de San Patricio en su predicación por Irlanda, pero una vez tuvieron cierto roce, y fue que Mel compartía casa con su tía Lupita y esa convivencia dio pie a habladurías en el vecindario. San Patricio tuvo que ir a poner orden y aunque se convenció (por diversos signos milagrosos) de la inocencia de su tía y sobrino, les recomendó que buscasen casas separadas, lo que hicieron.
Mel fue obispo de Ardagh, como su hermano Maolchú (si es que no eran el mismo, como es probable) y es patrón de la ciudad, pero su mayor renombre se debe a su amistad con Santa Brígida (otra santa luminosa que se celebra por estos días). Antes de nacer Santa Brígida, San Mel profetizó sus virtudes, fue él el que le dio la confirmación y el que por error, según dice la leyenda, la consagró obispa, única de la Historia. Durante toda su vida mantuvieron una gran amistad.





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