jueves, 1 de marzo de 2012

San David, patrón de Gales

El linaje de San David es antiguo: tanto que según su biógrafo Ricemarco (Rhygyfarch en galés) se remonta en línea directa a Fugen, hijo de una hermana de la Virgen María.
Esto por parte de padre. Sant, el padre de San David, según el hagiógrafo (Xanto lo llaman en Bretaña por culpa de algún cura semiculto), fue un rey de Ceredigion (Cardigan) que renunció al mundo y sus falsas glorias. Una noche, en sueños, un ángel le ordenó salir de caza y perseguir un ciervo. Donde abatiese el ciervo, en un río encontraría un pez y en un árbol un panal, triple símbolo de un hijo que habría de tener: el pez, ser acuático, por la sobriedad; el panal, de donde proviene la cera que nos da luz, por la sabiduría; y el ciervo, que huella a la serpiente y es inmune a su veneno, por la virtud. Estos tres hallazgos debía donar a cierto monasterio.
Obedece el desengañado; pasan treinta años y sucede algo que el biógrafo narra de modo sorprendente por lo crudo y directo:
"Una fuerza divina envió al santo rey de Ceredig a la tierra de las gentes de Dyfed (Dyfed es el extremo sudoccidental de Gales). Al rey se le cruzó en el camino una santa monja, la virgen Nonita, muchacha bonita y graciosa en extremo; y deseándola, la tomó por la fuerza, conque concibió de él un hijo, San David. Y ella ni había conocido varón antes, ni lo conoció después, sino que perseverando en la castidad del cuerpo y del espíritu, llevo una vida purísima". Y desde ese momento ayunó siempre a pan y agua.
Glorioso nacimiento de San David. Saint-Divy (Bretaña).
La tierra misma, con más vergüenza que el rey violador, hizo brotar en el momento de la concepción dos grandes piedras a manera de mamparas para proteger de miradas indiscretas el pudor de la monjita y para simbolizar la solidez de la fe del hijo concebido.
En lo de la castidad de Santa Nona (la madre de San David, más conocida por este nombre que por el de Nonita) no hay unanimidad: algunos tratados genealógicos dicen que San David tuvo hermanas y sobrinos santos, hijos de ella.
Nona no fue la única santa de la familia: según la tradición su hermana Gwen fue madre de San Cybi y su hermana Banhadlen de San Ailbe o Elvis. Es muy posible que fuese una familia irlandesa o medio irlandesa: era aquélla una época de asentamientos en el Sur de Gales de gentes de Munster que se mezclaron con la aristocracia local.
Aún estando en el vientre de su madre, era tal la gracia de que estaba revestido San David que en su presencia los grandes santos enmudecían, y por eso San Elvis tuvo que reconocer la superioridad de su primo y San Gildas renunció a permanecer en Britania y cediendo el terreno al nonato pasó a Bretaña, donde resplandeció en santidad.
Cuando San David iba a nacer, el rey del lugar, pagano, advertido por los druidas de que estaba a punto de venir al mundo un niño al que estaban prometidos los más altos destinos, temió por su corona. Ordenó, pues, que en el lugar exacto profetizado por los magos se apostasen verdugos que acabasen con el recién nacido. Pero estalló tan espantosa tormenta aquel día que nadie pudo asomar la nariz fuera de su casa, excepto Santa Nona que milagrosamente llegó al lugar predicho completamente seca y en medio de una deslumbrante claridad.
El cura que bautizó al niño era ciego y había nacido desnarigado: se lavó la cara con el agua de bautizarlo y ¡oh alegría! vio y le salió nariz.
En la cuna, una paloma celestial bajaba a jugar con él. Tenía de oro el pico y lo dormía cantándole y le enseñaba himnos. 
San David se crió estudioso y siguió practicando curaciones milagrosas hasta que, ya hecho un sabio, se despidió de su maestro y se fue a fundar el célebre monasterio de Glyn Rhosyn en unos terrenos yermos que pertenecían a unos paganos irlandeses, un tal Baya y su mujer.
Un aún joven San David. Dirinon  (Bretaña).

Encendió lumbre, y el humo subió y subió tanto que se lo veía desde toda la isla y hasta desde Irlanda elevándose y haciendo caracoles en el aire.
El dueño de aquello, aterrorizado hasta el punto de perder el apetito, decidió deshacerse de los intrusos y con un grupo de sus criados los atacó espada en mano; pero no consiguió más que una gran calentura y la muerte repentina de todo su ganado.
Como estaba visto que por las armas no se lograba nada, la señora les envió a sus criadas:
-Id al río y poneos desnudas donde os vean bien los frailes; estad ahí jugando un rato a la orilla y soltadles algunas burradas que se os ocurran, a ver si es que son tan santos.
Bañistas. Manuscrito bohemio de finales del siglo XIV.
Dicho y hecho. Las mozas empiezan a retozar sin la menor vergüenza,  haciéndose mimos y ternezas y simulando que se acuestan unas con otras enlazándose en amorosos nudos.
Entre los frailes había distintas reacciones: a unos los llenaba aquello de irritación y a otros los arrastraba a pensamientos lascivos. Pero no dejaba indiferente a ninguno y se resolvieron a huir de la molestia de aquellas mujerzuelas con tan mala idea (muliercularium malignantium) y marcharse con la música a otra parte.
-De eso ni hablar -dijo San David-; eso sería darnos por vencidos y hacer precisamente lo que quieren ellos. Nosotros nos quedamos; si quieren irse, que se larguen ellos.
Este episodio también figura en la Vida de San Teilo, uno de los compañeros del santo (ver la entrada Teilo el peregrino).
El desenlace no puede ser más sorprendente.
Un buen día, la mujer de Baya dice a su nuera, Dunawd (Donata):
-Vamos al río a coger unos pepinos.
Llegadas al huerto, la suegra, sentándose, dice cariñosamente a Donata:
-Ponte aquí, que te voy a buscar los piojos.
Donata posa la cabeza en el regazo de la suegra.
Mujeres peinándose. Pintura mural. Alemania, principios del siglo XIV.
http://www.bildindex.de/bilder/zi1800_0099a.jpg


Ésta, presa de locura, saca una navaja barbera y le rebana el pescuezo. Allí brotó una fuente milagrosa, que cura muchas enfermedades. 
La suegra huyó sin que se volviese a saber de ella; Baya el sátrapa (así lo llama Rhygyfarch) lloraba amargamente ambas pérdidas y deseaba la muerte del monje, pero David y los suyos entonaban cantos de alabanza al Señor.
Y poco después, desembarcó por sorpresa un enemigo de Baya se coló en su casa de madrugada y le cortó la cabeza de un hachazo. Al momento bajó del cielo un fuego que devoró el edificio en un abrir y cerrar de ojos.
Libres de trabas, ya pudieron David y los suyos establecer en paz su monasterio, y como el agua no abundaba, hizo brotar por milagro el fundador un arroyo que, cuando lo necesitaban para la liturgia, llevaba vino. 
Muchos irlandeses estudiaron en el monasterio de San David y volvieron cargados de sabiduría a Irlanda. Uno de ellos, Escotino o Escolano, recibió un día la visita de un ángel:
-Unos monjes traidores pretenden envenenar mañana a San David: ve y avísaselo.
-¿Y cómo, si esto es Irlanda y él está en Gales?
-No importa: ve a la playa y espera.
Salió de entre las olas un monstruo marino y lo llevó ante San David en un santiamén.
-Quédate a comer con nosotros -le dijo el santo, tras recibir su aviso.
San David se sentó a la mesa, cortó un pan en tres y le dio un tercio a un cuervo que había por ahí. El cuervo se lo llevó a una rama, picó un poco de él y cayó fulminado del árbol. 
Dio la segunda parte a un perro; al instante se le cayó todo el pelo al animal y se le abrió la piel por cien sitios, saliéndosele todas las tripas al sol.
La tercera parte la bendijo, se la comió él y no le pasó nada.
Otro día, un santo irlandés, Barri, quería cruzar a su país, pero no había barco que lo llevase. San David le dio un caballo que andaba sobre el agua y así hizo el viaje. Por el camino se encontró con San Brendan, que iba a lomos de un monstruo marino.
Se saludaron.
-¿Qué haces por el mar a caballo?
-¡Pues anda que tú, que vas en un monstruo marino!...
-Grandes son las maravillas de Dios en Sus santos.
-Y que lo digas.
De la peregrinación de San David a Jerusalen ya he dicho algo otro día (ver la entrada San Teilo el peregrino). También de San Modomnoc el colmenero.
Respetado y venerado de todos, San David vivió hasta la edad de ciento cuarenta y siete años (ciento sesenta y siete, dicen otros). 
Murió el año 589, tal día como hoy.
Muchos santos asistieron a su feliz tránsito de este mundo, porque un ángel fue sobrevolando todas las tierras de los britanos y de los irlandeses con el pregón:
-¡Se hace saber que la semana que viene se efectuará el traslado de nuestro señor San David de la luz de este mundo al Señor!
Hoy, primero de marzo, se celebra en su memoria el día nacional de Gales.
La Vida de San David de Rhygyfarch en latín y en traducción inglesa, junto con otra Vida en galés y en inglés, puede leerse aquí.





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