miércoles, 22 de febrero de 2012

A vueltas con San Eleuterio. Caldo de cabeza.

Aprovecho que estos días no me ofrecen ningún santo del que me apetezca más hablar para continuar divagando sobre los de los días pasados.
El punto culminante de la vida de San Eleuterio de Tournai (ver la entrada Los herejes en Tournai) es el regreso de su viaje a Roma, cargado de reliquias, que le aseguran el triunfo sobre la herejía arriana o unitaria.
Triunfo colectivo, no individual: porque la confusión de los herejes desencadena la conspiración que acabará con la vida del obispo.
La ceremonia de presentación al pueblo de las nuevas reliquias tuvo lugar en un monte llamado "del tesoro escondido" y también de San Andrés. En el Monte de San Andrés, cerca de Tournai, en el pueblo de Chercq, hubo una cartuja.
En tiempos modernos sigue existiendo en las proximidades de Tournai otro monte sagrado, hoy llamado monte Saint-Aubert por un obispo medieval que se retiró allí a hacer vida eremítica, pero que antiguamente se llamó Mont de Minerve (Minerva es la designación romana que a menudo oculta a una diosa gala identificable con la Brigit irlandesa, dice el celtista Sterckx) 
Diosa guerrera gala del museo de Rennes. S. II a. C.


y también Mont de la Trinité (nombre significativo puesto que era precisamente la Trinidad lo que defendía San Eleuterio frente a los herejes).
En este monte se celebra todavía una romería los lunes de pascua.
El antiguo monte de Minerva (Tournai)
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/eb/Mont-Saint-Aubert_-_view.jpg?uselang=fr leyenda
El folclorista Von Reisenberg-Düringsfeld (en sus Traditions et légendes de la Belgique) señala que el monte también se llamó Buillemont o Monte Sonoro.
Esta colina sagrada, que habla o canta, con sus tesoros ocultos y la divinidad que en ella habita no deja de recordarnos a los síd irlandeses, las colinas bajo las cuales vivían los dioses con sus grandes riquezas de todas clases. 
Dos montes sagrados, pues, flanquean Tournai: uno, Saint André, al Norte y el otro, Saint-Aubert, al Sureste, junto al Escalda. El nombre mismo de la ciudad, Turnacum, parece referirse a una altura o elevación del terreno.
Parte del éxito de las reliquias de San Eleuterio se debió sin duda a su procedencia romana. En aquellos tiempos iniciales del cristianismo en Europa occidental, Roma era un espacio mucho más cargado de sacralidad de lo que es hoy, incluso para los creyentes católicos. En Irlandés, por ejemplo, róimh, "Roma", significaba "cementerio": terreno santo. 
Bernard Sergent, especialista en la mitología griega, ha estudiado las relaciones entre ésta y la de los celtas y se ha fijado en las leyendas hagiográficas que prolongan  en la época medieval los mitos de los dioses galos. San Gangulfo, San Crispín y San Crispiniano heredan, según él, numerosos rasgos del importante dios céltico Lugu, equivalente del helénico Apolo.
Pues bien, también San Eleuterio reúne numerosos rasgos lugo-apolíneos.
Para empezar, se trata de un personaje relacionado, acabamos de verlo, con las alturas y sitios elevados.
Como Lug y Apolo, destaca por su juventud. Desde su niñez es versado en las letras divinas y se entrega al culto. Se le eleva en una edad excepcionalmente temprana a la dignidad episcopal.
Como ellos es un sanador. Especialmente significativa es su eficaz actuación contra la epidemia que asolaba Tournai. Sabido es que Apolo era considerado el responsable de las epidemias, con sus flechazos certeros, y se le invocaba para que les diese fin (el arma de Lugu, en cambio, era la lanza arrojadiza). 
Apolo enviando una epidemia sobre los griegos, por Stanislaw Wysplansky.
Especialmente apolínea entre las curaciones de San Eleuterio es la de la hija del tribuno, cuyo mal más que enfermedad era frenesí dionisíaco. Resucitada y sanada, la muchacha opta por mantenerse virgen como Artemisa o Minerva.
Recordemos que el antecesor de San Eleuterio en la cátedra episcopal murió repentinamente por un "flechazo o lanzazo divino".
Apolo y Lugu son fundadores de colonias y ciudades, como aquí lo es San Eleuterio, fundador de Blandinium, a la que da nombre por Blanda, su madre. Tanto Apolo como Lugu toman posesión de sus ciudades tras la muerte o expulsión de sus predecesores, como Pitón en Delfos (Teodoro en la leyenda de San Eleuterio).  
También son edificadores de murallas y edificios, como San Eleuterio lo es de la catedral de Tournai, a él dedicada.
Apolo y Lugu son dioses viajeros, dueños de los caminos de la tierra y el mar, y así también lo es San Eleuterio, dos veces peregrino a Roma, de donde trae las reliquias que le aseguran el dominio de Tournai y la derrota de los herejes.
Son dioses luminosos de aspecto deslumbrante. La claridad aparece repetidamente en la leyenda de San Eleuterio: en torno a las reliquias, en la muerte del santo, en el momento del excepcional perdón del rey Clodoveo.
En este episodio aparece San Eleuterio como intermediario o negociador, una de las funciones que el mito atribuye tanto a Apolo como a Lugu: intermediario entre unos dioses y otros, entre los dioses y los mortales.
Con su condición de negociador y con la de amo de los caminos tiene que ver la de guardián de las puertas (Thuraios en griego). Conocido es el episodio en que Lugu vence al portero de los Tuatha Dé Danann en un debate en el que va alardeando sucesivamente de todas sus habilidades técnicas. Lugu y Apolo son los grandes abridores de puertas, desveladores de lo oculto, y aquí San Eleuterio es el que sale libre de la prisión (aunque en este episodio de su leyenda pesará sin duda el recuerdo de la liberación de San Pedro de su cárcel por el ángel). Como liberador o desatador actúa (post mortem) San Eleuterio en la desatadura del clérigo Ferreolo. Y por supuesto abre las puertas del Otro Mundo, permitiendo la resurrección de difuntos o apareciéndose él mismo en una visión para disponer el emplazamiento de su tumba.
Ni Apolo ni Lugu tuvieron suerte con sus mujeres. Lug -Lleu- fue engañado y muerto por la suya en la leyenda galesa, Apolo lo fue por Coronis 
Adam Elsheimer, Apolo y Coronis.


y causó la muerte (o transformación en laurel) de Dafne. Lugh, en Irlanda, casó con Nás, de la que sabemos que cometió una locura (pero no cuál) y murió de resultas.
Por su condición de sacerdote, poco comparable es aquí Eusebio. Sin embargo, también como Nás la hija del tribuno enloqueció (de amor a Eusebio) y murió de ello a causa de su rechazo. Y Santa Tecla de Roubaix también murió por cumplir las órdenes del santo.
En lo que no se encuentra comparación de Lugu-Apolo con San Eusebio es en su relación con los animales. Cuervos, cisnes, caballos, delfines... nada. Como corresponde a un santo tan urbano (a pesar de su época) el mundo rural y la Naturaleza están ausentes de la vida de San Eusebio. 
Para un animal, salvaje o doméstico, que encontramos, se trata de un inverosímil león...
Probablemente serán casualidades todas estas coincidencias. También puede que no lo sean. En todo caso, siempre es entretenido el juego de las parejas.

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