sábado, 7 de julio de 2012

Tres fuentes que encierran sangre

A pesar de la abundante literatura hagiográfica medieval, hay muchos santos en Bretaña que no han dejado huella más que en la tradición y en la devoción populares. 
Éste es el caso de Santa Noyala (Noluenn, Nualuen o Maluen en bretón), muy venerada en la región de Pontivy, mártir a la que se invoca contra migrañas y otros males de la cabeza. Goza también de cierta popularidad en Cornualles, donde se la nombra Neulan o Newlyn.
Hoy día, este nombre de pila se ha popularizado en Francia por el éxito de la cantante pop Nolwenn Leroy, natural de Saint Renan (en bretón Lokournan), cerca de Brest.
Como sucede con bastantes santos poco venerados fuera de las tierras británicas, se ha buscado su identificación con otros más famosos y se la conoce también como "Sainte Nathalie".
Se lee en el libro de Lobineau sobre los santos bretones que ya los Bolandistas procuraron en vano noticias ciertas de la santa en cuestión, sin obtener más información que la que puede extraerse de la leyenda tradicional.
Ésta se encuentra narrada gráficamente en varias series iconográficas; por ejemplo en las pinturas de la capilla de Santa Noyala en Noyal-Pontivy o en las vidrieras de la iglesia parroquial del mismo pueblo.
Otra, según refiere Baring-Gould, se encontraba en el coro, que fue destruido en 1684. Se conserva, sin embargo, el texto de los pies que explicaban cada uno de los paneles, el cual constituye la más antigua relación escrita de la vida y martirio de Noyala. Puede leerse en el libro de Baring-Gould The Lives of the British Saints (tomo IV, en la entrada de S. Newlyna). También la encontraremos en el libro de François Cadic Contes et légendes de Bretagne y en sus Chansons populaires de Bretagne.
François Cadic.
Después, en 1924, otro sacerdote, Joseph Le Bayon, amigo y casi paisano de Cadic (era de Pluvigner, Morbihan), escribió una tragedia en bretón, Santéz Noluen, que no he podido ver.
François Cadic era precisamente natural de Noyal-Pontivy. Nació en 1864 en una familia campesina, quedó huérfano de niño y lo enviaron a estudiar al seminario a Vannes. Luego se  hizo sacerdote, cursó Historia en la universidad y fundó en París la Parroquia Bretona, que era un punto de encuentro de los emigrantes bretones católicos en la capital. Editaba un periódico, La Paroisse Bretonne, donde se se puede encontrar una amplia colección de folclore bretón, especialmente de la zona interior del Morbihan, el sudeste del dominio lingüístico bretonante.
Entre las canciones populares recogidas y comentadas por Cadic en La Paroisse Bretonne aparece la de Santa Noyala en 1909. Esta versión difiere en algunos puntos de la leyenda que Cadic recrea en prosa y la precisa en otros.
En el prólogo de los Contes et légendes de Bretagne Cadic manifiesta cómo, a su parecer, la zona costera se encontraba culturalmente contaminada por la afluencia de viajeros y veraneantes y la pureza de la cultura bretona debía buscarse en las tierras del Arcoat, que vive de espaldas a la mar y alejado de las grandes vías de comunicación.
No hay una etimología convincente del nombre Noyale. Los estudios de toponimia francesa sostienen que noyal es un nogueral o un terreno recién rozado (novialum). Pero esto, que podría explicar el topónimo (aunque choca algo un topónimo romance en zona de habla bretona), se aplica mal al nombre de la mártir. Da la sensación de que el nombre del pueblo se debe al de la santa, y no al revés. 
Noyale, en francés, por otra parte, suscita la asociación con noyer, "ahogar", equivalente del castellano anegar. Esto puede tener cierta importancia, como luego veremos. 
Los bretones no dudan que las formas Noluen y Nualuenn resultan del añadido del adjetivo gwen, "blanca" a un nombre como Nual. Jacques Lacroix, en su libro sobre la toponimia gala de origen religioso ha observado que la raíz celta vindo-, que indica pureza, brillo, blancura, se asocia muchas veces a nombres indicar sacralidad. Parece adecuado para una santa cuyo rasgo principal es la pureza.
Cadic imagina que Noala es la santa epónima de un clan de la nación gala de los vénetos, que tras su derrota por César se internó tierra adentro agrupándose en torno a Pontivy, centro del poderoso ducado de Rohan. A este tipo de personificaciones que asocian un gentilicio, un topónimo y un personaje fundador había mucha afición al menos desde el Romanticismo. Entre nosotros, en Galicia, Vicetto y Pondal explotaron este procedimiento asiduamente.
No nos dice François Cadic por qué, pero el caso es que la joven princesa de Britania, (de Cornualles concretamente: Ussik es el nombre de su reino según la canción) tiene que huir precipitadamente de su patria. 
Nicholas Roscarrock, humanista católico de Cornualles, que vivió entre los siglos XVI y XVII y escribió un diccionario de santos, dice que por culpa de su fe cristiana sufrió el odio de su padre, que la mató con sus propias manos. Baring-Gould, que recoge esta noticia, la contradice y conjetura que se tratase de motivos políticos. Para él, Noyala pudo ser hermana de Cybi, rey destronado por el tiránico Constantino. Cybi era hijo del rey Salomón (Selyf en galés) y de la reina Gwen, y por tanto primo de San David de Gales (Santa Nona, madre de San David, era hermana de Gwen). Al subir al trono de Cornualles Constantino, Cybi hubo de huir, primero a Gales y luego a Irlanda. Según Baring-Gould, su hermana Noyala habría buscado refugio en la Bretaña armoricana, donde su familia tenía tierras también.
Noyala, en cualquier caso, huye acompañada de su aya y, acaso, un reducido séquito femenino: dos doncellas, tal vez una tía. Acorralada contra el mar (un lago según el cantar) por sus perseguidores, recurre a un medio de navegación que ya hemos visto en la vida de otras santas, como santa Hía (ver San Fingar y setecientos setenta mártires): agrandar la hoja de un haya hasta las dimensiones de una barca en que cruzar a la orilla opuesta. Las pinturas de la capilla de Noyal-Pontivy (véase en el anterior enlace el sitio de esta notable capilla) la muestran, sin embargo, embarcada en una rama. 
Pontivy, Bretaña.
Llegada a la Armórica, la pequeña compañía de fugitivas se adentra, probablemente siguiendo el curso del río Blavet, rumbo a Pontivy, donde pudiera haberse asentado parte de su familia (Baring-Gould ve en el nombre de esa villa un Pont Divy, Puente de San David). Pero las desgracias de la princesa no habían hecho más que empezar.
Mandaba en la comarca de Bignan un tiranuelo llamado Nizan, que viendo la belleza y lozanía de la joven Noyala, la codició para sí y le propuso que fuese su amiga.
-¿Y a ti te parece -le contestó la muchacha- que siendo yo princesa de sangre real y pudiendo tener por marido al heredero de cualquier trono hubiera huido de mi casa y de mis padres... no ya para casarme, sino para abarraganarme con el primer pelagatos que se engolosinase con mi palmito? ¡No, hombre!: yo me reservo para otro Señor más alto, que no tiene rival en este mundo.
-¡Y que te vas a reunir con él pero a escape! -replicó Nizan rabioso- ¿Quién se habrá creído que es esta mocosa?
Y mandó que le cortasen la cabeza. Dice el cantar que Noyala vio venir de lejos a los esbirros rabiosos:
-Arregázate las sayas, ama bendita,
para recoger en ellas mi cabecita.
La sentencia se ejecutó al instante. Dijo, apenado, el verdugo:
-¡Se acabó, ya estás descabezada:
tú lo has querido, por ser tan porfiada!
Así padeció martirio Santa Noyala, como dice François Cadic con curiosa expresión, "víctima de su virginidad".
-No estoy dispuesta a que me entierren en este pueblo; no se lo merecen. ¡Vamos, aya! -dijo la princesa.
Y cogiendo en una mano su cabeza cercenada y apoyándose en un báculo con la otra, se levantó y seguida de su fiel niñera, que según su costumbre iba hilando mientras caminaba, se puso en marcha, lentamente, rumbo al Este. Al pasar por el pueblo de Naizin, vio a unas chiquillas que se estaban peleando en la calle. Una de ellas se defendía de las otras insultándolas y soltando todas las blasfemias que se le ocurrían, que no eran pocas.
-¡Pasemos de largo, aunque tengamos que andar toda la noche! -dijo Noyala a la niñera- ¡Cómo serán aquí las personas mayores cuando las niñas tienen esta lengüecita! 
La canción trae una versión algo distinta. Fue una vieja que estaba cogiendo berzas antes del alba

 la que, al ver venir a la extraña pareja, exclamó:
-¡Levantaos a ver a esta buena pieza,
que lleva en las manos la cabeza!
¡Cosa tal, por vida de Cristo, 
Es un asombro que nunca se ha visto!
-¡Más te asombrarás, cuando veas, supongo,
colgando de un poste, perra, tu mondongo!
Tal es la enigmática respuesta de Santa Noyala en el cantar.
Y escandalizadas dieron media vuelta rumbo al Norte hasta lo que hoy es Noyal, donde llegaron antes de que clarease. En la primera casa del pueblo oyen voces desabridas de dos mujeres que estaban discutiendo agriamente.
-¡Que te levantes, que ya es hora! ¡Claro, todas las noches por ahí hasta las tantas...! ¡Zorra, más que zorra, que lo dice en el pueblo todo el mundo!
-¡Anda, anda, mamaíta... dile a padre que me lo diga él lo que sea... cuando averigües quién es! ¡Mientras tanto, no me toques las narices! ¡Mira tú la casta Susana!; ¿no te digo...?
-¡Tira, tira! -dijo la princesa virgen a la dueña-  ¡Aquí no hay respeto de ninguna clase! ¡A buenas horas me entierro yo aquí!:
No querrá Dios que un pueblo elija
donde llama puta a la madre la hija,
ni menos pasar el descanso eterno
donde manda la hija a la madre al infierno.
-Bueno, adelante: pero ya no puedo con los pies.
Se dice que desde entonces hay enemistad entre los pueblos de Noyal y Naizin y que a los mozos de uno no se les ocurre buscar novia en el otro. 
Sea como fuera, las dos mujeres siguieron camino y al cabo de poco rato encontraron un paraje apacible donde descansar.
-De aquí no paso.
-Bueno, mujer.
Noyala plantó en el suelo su cayado, que prendió y se convirtió en un majuelo; la criada dejó junto a sí su rueca y huso, que permanecieron allí en forma de hayas u olmos (los tres árboles habían sido talados ya en 1909, según Cadic).
Al sentarse Noyala, se le abrió la herida del cuello y cayeron tres gotas de sangre, que al momento se volvieron tres límpidos manantiales. Quien se acerca a ellos limpio de pecado, puede ver la sangre en el fondo del agua.
Las tres fuentes de Santa Noyala en Noyal-Pontivy.
Sangre y agua, como en la Pasión de Cristo. La sangre, fluido generalmente cargado de connotaciones siniestras, se purifica por el martirio y vive como una llama apresada en el agua.
Fuentes de la verdad, como la de San Gangulfo (ver El mártir de su mujer) y la de  Bóand.
Noyala se prosternó a orar en una peña, dejando impresas en ella las huellas de sus manos o rodillas, cabeza y rosario, y se acostó a dormir en otra, que se ablandó al contacto de su cuerpo, amoldándose a sus formas, como hoy sigue.
A la mañana siguiente prosiguieron su camino hasta el lugar que le pareció idóneo a Noyala para entregar el alma a Dios, a orillas de un arroyo llamado Signan. 
Según el cantar, llamó a la puerta de un tal Jégo y le pidió que unciese a un carro de piedras dos toros indómitos que tenía: allí donde se detuviesen, sería el sitio predestinado.
Bajaron los ángeles del Cielo a recibirla y cuando alzó el vuelo al Paraíso el espino se estremecía como escalofriado.
Allí mismo dieron sepultura a su cuerpo y sobre ella se erigió una capilla, donde se celebra la festividad de la mártir el día 6 de julio.
No lejos de la capilla vivía un poderoso personaje llamado Renorche, tipo facineroso y de escandalosas costumbres al que jeringaba bastante la vecindad del santuario y constante afluencia de meapilas por los alrededores.
Harto ya un día, Renorche resolvió acabar con la molestia, y como los terrenos río abajo le pertenecían, empezó a levantar una presa para sumergir la capilla. La obra marchaba a buen ritmo, el río empezaba a embalsarse y las aguas, entrando en la iglesia, ya llegaban al altar mayor y lamían los pies de la imagen de Santa Noyala. La capilla se agrietaba amenazando deshacerse como un azucarillo.
 Montado en su caballo, Renorche iba a visitarla a diario y cantaba con regocijo:
-¡Precaución, precaución, Noyalita,
Santa Noyala. Noyal-Pontivy, Bretaña.
que ya te llega el agua a la botita!
Pero una mañana a su oración burlona respondió una voz celestial, venida no se sabía de dónde:
-¡Precaución, precaución, Renorchón:
Precaución, Renorchón, con tu dique,
tápalo con el meñique,
que como te descuides se va a pique!
No bien se había callado la voz angelical cuando restalló un tremendo crujido. Renorche galopó hasta su construcción y vio que, en efecto, por el empuje de las aguas empezaba a ceder y agrietarse. Puso un dedo en una de las grietas para comprobar el daño y en ese mismo instante el muro reventó, las aguas se abrieron camino con fuerza terrible y arrastraron a su paso al señor malvado, su caballo y todo lo que encontraban por delante.
En más reducida escala, algo semejante al trágico destino de la ciudad de Ys (ver Antigüedad de Dahut).
En el arroyo, cada 24 de junio, día de una de las romerías de la santa, se la ve en forma de una claridad sobrenatural que se desliza sobre las aguas rumbo a una capilla de la Virgen edificada también a orillas de él. Un rito curioso es el descenso de un ángel portador de una antorcha desde el campanario. con esa llama se prende luego una luminaria.
Aquí la historia de Renorche se mezcla con la del Cazador Nocturno. Se dice, pues, que por las noches, especialmente cuando está el cielo cubierto de nubes, se oye el galope de su caballo entre gritos de almas en pena. También se aparecía en figura de un gran perro negro, feroz (ver Los demonios perrunos), que procuraba empujar a los caminantes al río donde se ahogasen. A manera de espíritu burlón, solía gastar toda clase de jugarretas a los lugareños: perderles ovejas, presentarles espejismos, derribarles del caballo... Hasta que un hombre santo, de cuyo nombre no queda memoria, lo pudo arrastrar en nombre de Dios hasta cierto páramo donde, trazando con un palo en la tierra un círculo infranqueable en torno de él, lo dejó encerrado dando vueltas por toda la eternidad.
Una pared rocosa que se alza a poca distancia de la capilla de Santa Noyala, a través de la cual se cuela por estrecha garganta el arroyo Signan, es (según la tradición) lo que queda del imponente embalse construido por el malvado.


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