jueves, 10 de diciembre de 2015

La reina tres veces viuda y el fantasma de su amor

Hace algunos meses me estuve ocupando de un par de novelas del irlandés Austin Clarke (ver Dioses, ángeles, genios y santosSan Marbhán y el mito de los poetas). Ahora vuelvo a él y al tercero de sus relatos novelescos, segundo cronológicamente, The Singing-men at Cashel (1936).
Esta es una novela histórica con personajes reales, de cuya existencia sabemos por los anales y otras fuentes medievales, generalmente parcas y equívoca, por otra parte. Protagonista de la narración es Gormlaith, hija del rey supremo de Irlanda Flann Sinna y mujer y viuda de otros tres reyes: Cormac mac Cuillenáin, Cerball mac Muirecáin y Niall Glúndub (Rodilla Negra), muertos en combate los tres, todos los cuales desempeñan importante papel en la narración.
La época en que la acción se desarrolla -en torno al año 900- es crítica en la Historia de Irlanda. Es el período en que los reinos del Sur de la isla se ven obligados a hacer frente a la pujanza expansionista de los Uí Neill, principal poder en el Norte desde siglos atrás. La dinastía dominante en el Sur, los Eóganacht, reinaba sobre una multitud de pequeños estados y pueblos laxamente unidos y mantenía tradiciones políticas más arcaicas que sus rivales del Norte, deseosos de establecer una unión más estrecha entre sus distintos pueblos y una continuidad dinástica basada en la alternancia en el trono de dos ramas de la misma familia. Gormlaith pertenecía a la estirpe de los Uí Neill, que se acabarían imponiendo por poco tiempo a los Eóganacht para ser derrotados un siglo más tarde por Brian Boru, de los Dál Cais (otro pueblo de Munster).
Incursión vikinga, por Luminais.

Por otro lado, los vikingos, no contentos con sus repetidas incursiones de saqueo, empezaban a establecerse fundando pequeños estados con la intención de permanecer colonizando el territorio. Los reinos locales buscaron la alianza de aquel nuevo poder, que a se aprovechaba a su vez de las rivalidades de los irlandeses.

Gormlai, Gormlaith o Gormfhlaith , hija del rey supremo de Irlanda Flann Sinna, la protagonista, es una figura de cierta importancia en la literatura irlandesa. Distintos manuscritos le atribuyen más de una decena de poemas. Con seguridad no fue ella quien los escribió, pero sabemos que se remontan por lo menos al siglo XV y probablemente al XIII o aun al XII. El gran filólogo Osborne Bergin los recopila en su estudio y antología de la poesía bárdica, aunque no lo son propiamente, sino poemas líricos inspirados por acontecimientos dramáticos de su vida.
Como sabemos también que existió un relato medieval de ficción, hoy perdido, que la tenía por protagonista, Serc Gormlaithe do Niall (El amor de Gormlaith a Niall), es lo probable que aquellos poemas estén puestos en boca de la princesa novelesca y no de la histórica.
Los Anales de Clonmacnoise, epítome inglés de una crónica irlandesa perdida, mencionan algunos de esos episodios.
Nos son conocidos sus tres matrimonios, fracasados los dos primeros por la santidad de un marido y la brutalidad del otro y trágicamente interrumpido el último por la muerte en combate del único amado, Liam Glúndub, en guerra contra los invasores escandinavos del reino de Dublín, en 919. También de la trágica pérdida de su hijo, ahogado, y de cómo en su tercera viudez, caída en la miseria, iba pidiendo por las puertas y soportando las humillaciones de quienes la habían servido beneficiándose de su generosidad.
Tugas di gallcochal gorm
agus corn sealbha na salm
agus tríocha uinge óir:
mairid ag Móir Mhuighe Sainbh.

Tug sisi damhsa anocht

-nocha maith cumann nach ceart-
dá deachmhadh do chóirce chrúaidh
dá uigh chirce ar mbáin dá beart!

Yo le di un manto azul vikingo,

y una funda de cuerno para los salmos
y treinta onzas de oro:
¡Todavía los tiene, Mór de Mag Sainbh!

Ella a mí me ha dado anoche

(no está bien corresponder con ruindad)
dos puñados de avena dura,
dos huevos de gallina que sacó de un talego...

Una noche, en sueños, se le apareció su difunto amado.

-He venido a pedirte una cosa: que no llores tanto mi muerte. No creas que los llantos de los vivos nos sirven de ayuda a las almas en la otra vida: al revés.
Esta creencia en lo perjudicial de los lamentos por los difuntos, curiosamente, se encuentra también en Bretaña: Anatole Le Braz le dedica bastantes páginas de su La légende de la Mort...
Comunicado su mensaje, Niall se dio media vuelta y se marchó sin más palabras. Gormlaith quiso trabarlo de la ropa, pero se le escurrió de entre los dedos. Se abalanzó sobre él por retenerlo y la despertó el vivo dolor: cuando creía ir a abrazar a su marido, se había arrojado sobre uno de los montantes de la cama, que se había hincado en el pecho. 
Tres o cuatro días sobrevivió con la terrible herida antes de morir: así lo expresa el poema medieval, puesto en boca de la pobre reina:
Uaithne don iobhar áluinn
fám iomdhaigh is eadh tárruinn:
tharla m'ucht fán uaithne corr,
gur ro scoilt mo chroídhe a ccomhthrom.

Un montante de hermoso tejo

de mi cama fue lo que agarré:
El pulido poste me traspasó el pecho,
partiéndome el corazón en dos mitades...

Dora Sigerson Shorter, escritora irlandesa de la época del renacimiento literario de aquel país, dedica a esta muerte romántica un poema, donde dice que, según algunos, cuando sus manos cogieron en vano la vestidura de Niall, este había murmurado: "¡Vente!". 
Un fantasma en la alcoba. Clerk Saunders,
por Elisabeth Siddal
El propio Austin Clarke, en The confession of Queen Gormlai, del libro Pilgrimage and other poems (1929), ya había esbozado un resumen poético de la vida y muerte de la legendaria reina antes de dedicar a tan poética figura su novela.  
Su personaje novelesco tiene evidente relación con la representación de la Soberanía como una mujer que se aparece unas veces juvenil, radiante y poderosa y otras decrépita, enferma y miserable, motivo repetidísimo en la tradición irlandesa a lo largo de los siglos. 
El personaje real parece haber tenido otras luces y otras sombras. Con su segundo marido Cerball  (Carroll, escrito a la inglesa, en la novela de Clarke), su tirano, del cual huyó y se divorció en la leyenda, parece que en la realidad conspiró para dar muerte a Cellach Cermáin y su mujer, porque aquél quería disputar a Cerball la corona de Irlanda.
Al final de la novela de Clarke vemos que todo el relato está siendo leído por un copista un siglo después de la acción principal, en tiempos de Brian Boru, que consiguió por fin la unificación de Irlanda y la derrota del poder vikingo en la batalla de Clontarf, donde 
encontró la muerte junto a muchos otros miembros de su familia.
Jorge Luis Borges, dicho sea de paso, escribió un estupendo cuento sobre un rey supremo de Irlanda que encargaba a un bardo una oda celebrando el triunfo de Clontarf. Es "El espejo y la máscara", en El libro de arena. Este rey no podía ser Brian Boru, que había muerto. Sería su sucesor Mael Sechnaill mac Domhnaill. Pero no es muy probable tampoco que este  encargase ditirambos de Brian, que lo había desplazado del trono supremo de Irlanda.
Preparativos de la batalla de Clontarf, por Hugh Frazer.
En la novela de Clarke los personajes de ficción se mezclan con los históricos y se codean con otros personajes que pertenecen a otras obras muy anteriores. Vemos, así, desempeñar importante papel a Anier mac Conglinne, protagonista de la visión burlesca relatada en el medieval Aislinge meic Con Gline y aquí emprendedor muy a su pesar de una expedición al Purgatorio de San Patricio. El Anier de Clarke es un joven clérigo goliardesco enredado una y otra vez en cómicas, vodevilescas aventuras amorosas que no dejan de recordar al Arcipreste de Hita.